Ya no existen nombres que despierten
A los muertos de la noche
Ni estrellas que se llamen soledad
Sólo queda el hastío de vivir
Cada segundo con un número que marca
La existencia
No nos salvará el nombre
De ser vigilados por el dios
Del hombre que se vuelve marioneta.
A los muertos de la noche
Ni estrellas que se llamen soledad
Sólo queda el hastío de vivir
Cada segundo con un número que marca
La existencia
No nos salvará el nombre
De ser vigilados por el dios
Del hombre que se vuelve marioneta.
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