Si bien el surrealismo tuvo sus orígenes en la literatura, no se puede hablar de él como una corriente literaria más, como una vanguardia o como uno más de los ismos. A pesar de ello, se inscribió en una época de resistencias y respuestas contrarias a la tradición en el arte y la literatura. El surrealismo llegó a tener alcances no sólo en la literatura, sino que, por desgracia, se ha recurrido sólo al arte cuando se remite al tema surrealista. Más allá de vanguardias y corrientes, el surrealismo trasciende y busca convertirse en actitud hacia la vida, una actitud poética hacia la vida, constructiva. Para hablar de manera completa sobre el surrealismo primero se debe entender como una forma de vida que cree que la poesía está unida a la historia. Su pretensión es mirar poéticamente la vida, con un compromiso de actuar con el otro. El surrealismo busca poner en entredicho algo que no puede cambiar, pretende cambiar la gramática, derrumbar el lenguaje en el que está cimentado el mundo occidental en el que impera el racionalismo y que ha dejado de lado a la imaginación y al sueño.
A través de la poesía busca cambiar esa gramática, a través de hacer poesía, vivir la poesía, es decir, vivir poéticamente. El surrealismo también buscaba derrumbar todas las restricciones impuestas por la religión y la moral, para lo cual la forma propuesta por André Breton fue el libre pensamiento sin adecuarse a formas preestablecidas y esquemas intelectuales, es decir, liberar el verdadero funcionamiento del pensamiento. Esto implica evitar razonamientos, morales y preocupaciones estéticas. En este sentido, el surrealismo es revolucionario, porque busca una forma de vida en la que el pensamiento se manifieste de forma libre, no sólo en la creación artística sino en todos los terrenos de la vida humana.
El surrealismo apuesta por la actividad onírica, la locura y la escritura automática para despejar la imaginación y que aflore de manera natural, sin apego a racionalidades. Sólo de esta manera se puede dejar ver lo otro que ha sido velado por la razón, la imaginación y el sueño. Los tres enemigos del surrealismo son: la moral, el buen gusto y la racionalidad y sus herramientas para abatirlos son el amor, la poesía y la política. Gracias a la influencia de Freud, los surrealistas miraron hacia lo onírico despertando nuevas formas de ver la realidad, no sólo la realidad pragmática, la que es regida por el racionalismo, sino que buscaban despertar esas otras realidades que también existen en la imaginación y el sueño, y que para ellos tenían incluso mayor validez.
Con esta forma de pensar reivindican la intervención del azar en la vida. A través de la escritura automática se podía traer al pensamiento en su forma más virgen, sin estructuras gramaticales con sentido, sino que el sentido en sí mismo lo tenía. Otro fundamento del surrealismo es el azar objetivo, que consiste en una coincidencia entre lo que se desea y lo que el azar puede ofrecer. La escritura está al alcance de todos porque consiste en traer de manera natural y sin esquemas preestablecidos al inconsciente, todo mundo tiene inconsciente, sólo basta sacarlo.
A través de la poesía busca cambiar esa gramática, a través de hacer poesía, vivir la poesía, es decir, vivir poéticamente. El surrealismo también buscaba derrumbar todas las restricciones impuestas por la religión y la moral, para lo cual la forma propuesta por André Breton fue el libre pensamiento sin adecuarse a formas preestablecidas y esquemas intelectuales, es decir, liberar el verdadero funcionamiento del pensamiento. Esto implica evitar razonamientos, morales y preocupaciones estéticas. En este sentido, el surrealismo es revolucionario, porque busca una forma de vida en la que el pensamiento se manifieste de forma libre, no sólo en la creación artística sino en todos los terrenos de la vida humana.
El surrealismo apuesta por la actividad onírica, la locura y la escritura automática para despejar la imaginación y que aflore de manera natural, sin apego a racionalidades. Sólo de esta manera se puede dejar ver lo otro que ha sido velado por la razón, la imaginación y el sueño. Los tres enemigos del surrealismo son: la moral, el buen gusto y la racionalidad y sus herramientas para abatirlos son el amor, la poesía y la política. Gracias a la influencia de Freud, los surrealistas miraron hacia lo onírico despertando nuevas formas de ver la realidad, no sólo la realidad pragmática, la que es regida por el racionalismo, sino que buscaban despertar esas otras realidades que también existen en la imaginación y el sueño, y que para ellos tenían incluso mayor validez.
Con esta forma de pensar reivindican la intervención del azar en la vida. A través de la escritura automática se podía traer al pensamiento en su forma más virgen, sin estructuras gramaticales con sentido, sino que el sentido en sí mismo lo tenía. Otro fundamento del surrealismo es el azar objetivo, que consiste en una coincidencia entre lo que se desea y lo que el azar puede ofrecer. La escritura está al alcance de todos porque consiste en traer de manera natural y sin esquemas preestablecidos al inconsciente, todo mundo tiene inconsciente, sólo basta sacarlo.
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