Muchas
películas otorgan un valor más elevado a la historia que se narra, las
imágenes, la música y los sonidos en general. Sin embargo, hay autores que
invitan a poner atención allá donde generalmente nuestro oído y vista pasan
desapercibidos. Casi siempre estamos atentos a lo que se dice, a lo que se oye,
pero es menos nuestra atención a lo que no se dice (hablando de personajes) ni se oye, pero que significa y dice a veces
más que un diálogo.
A
pesar de ser una historia simple, en cuanto a argumento, la película Trois Couleurs: Bleu, que dirige Krzystof
Kieslowski, resulta compleja en cuanto a la forma de narrar lo que se ve y lo
que se oye. La incorporación simbólica del color azul en diferentes planos, el
paralelismo de la música y la imagen, además de la actuación de la protagonista
hacen muy especial esta película. Pero además hay un aspecto que no se debe
pasar por alto: el silencio, como un recurso narrativo y lleno de cualidad
significante.
El
silencio, tal vez, se relacione más con la palabra, ya sea escrita u oral, pero
en el cine además de estar presente en los diálogos de personajes puede
aparecer en los lapsos sin sonidos e imágenes que lo evocan.
Kieslowski
logra generar un sinfín de silencios a pesar de que la película esté llena de
música, y es interesante observar de qué manera algunos elementos e indicios los
provocan y cuál es el papel que juega cada intervención de silencio. Pero lo más interesante es reconocer e
identificar en el filme aquellos silencios que no vienen dados a través de los
personajes, sino de las propias imágenes que están cargadas de significantes.
Así, en la película que hoy nos ocupa trataremos de analizar cuáles son esos
silencios, de qué manera se nos presentan y cuál es el valor que el director de
la película les confiere.
¿Puede
una imagen ser silenciosa a pesar de que se acompañe de música o sonidos? Creo
que sí, y ahí es donde radica la dificultad de expresar y encontrar un punto de
equilibrio en el cual se digan y expresen cosas. La sicología del personaje principal,
Julie, está signada por la ausencia, la muerte, el silencio y el dolor,
aspectos que sufren transformaciones a lo largo de la película.
El silencio y la soledad de Julie
La
soledad y el silencio son temas que van de la mano en esta película y estos
están determinados por una acción más grande: la muerte, que es una especie de
motor que moverá todas las acciones subsecuentes. Pero además de estos grandes
temas, se tocan otros no menos importantes que le dan una redondez a toda la
historia, estos son el secreto, la infidelidad, el miedo, el recuerdo, el dolor y la libertad.
Una
de las muchas acepciones del silencio es “la abstención del habla”, por lo cual
ya es un poco contradictorio hablar de él, sin embargo, la palabra nos permite
hacerlo, paradójicamente. Concebimos al silencio como la falta u omisión de
sonidos, de palabras o ruidos, y en consecuencia como algo carente de sentido.
Nada más alejado de la realidad, pues el silencio también implica
significantes, dependiendo de las circunstancias en las que se genere. En el
cine es mucho más fácil apreciarlo, pues podemos ver y escuchar silencios que
la mayoría de las veces tienen diversas connotaciones.
Lo
más usual es que se encuentren silencios en el lenguaje no verbal de los
personajes, pero estos silencios también dicen algo. El silencio implica
ausencia, pero también algo más, y
eso es lo que trataremos de averiguar, sobre todo en la protagonista Julie.
Acerca
del silencio, Eduardo Chirinos señala que “la comprobación de que la ausencia de palabras no
significa necesariamente la ausencia de posibilidades comunicativas, y que el
discurso suele arreglárselas para transmitir una compleja red de mensajes a
partir de dichas ausencias, convierte al silencio en uno de los más ricos y a
la vez peligrosos signos de la cultura.”[1]
El silencio
en el cine también cobra diversos matices según el género, director, ideología,
guión. En Bleu podemos encontrar
diversos tipos de silencio, desde lo formal hasta lo subjetivo en los
personajes. El director nos lleva a lo más profundo de algunos sonidos,
como en la escena del inicio donde se ve en tono azul la parte inferior del
coche y el sonido del motor.
En el caso del personaje Julie
podemos apreciar que su discurso es silencioso y en ocasiones ambiguo, pero al
final podemos constatar que es necesario para dar énfasis a su propia sicología
y que como espectadores comprendamos mejor al personaje.
Julie
en muchas ocasiones no habla, pero la imagen de su expresión facial, el
silencio de su soledad y sus acciones nos sugieren posibles pensamientos y
sentimientos del personaje.
El
silencio de Julie actúa para mostrar su propia intimidad, y no es necesario que
ella lo diga para que nosotros como espectadores nos demos cuenta de lo que
pasa por su cabeza. Sin embargo, nunca se puede conocer al personaje en su
totalidad porque también hay un silencio que nos hace cuestionar al personaje,
tratamos de entender su actuar y su modo de ver el mundo después de los hechos
que le acontecen.
El
silencio de la soledad y el contacto con lo azul la lleva a escuchar una música
interna. A pesar de que los objetos, situaciones o personajes simbólicos con los
que se encuentra no hablen. Silencio y soledad en Julie van de la mano, pues
busca el silencio a través del acto de estar sola. Pero el silencio que busca
contiene un significado más amplio y no tan evidente: la evasión o el olvido
del pasado que le causa dolor.
Julie
es una autoexiliada del mundo, el sentido de su existencia se nulifica tras el
hecho trágico. Intenta el suicidio como forma de afrontar el duelo. El dolor y
la muerte resultan ser una carga pesada para sobrellevar, pero en el momento de
afrontar su propia muerte es más fuerte
su voluntad por vivir, aunque la vida que comience desde ese momento
será diferente a la del pasado, estará cargada de soledad y silencio.
La
noción de silencio como un encuentro con la soledad se puede encontrar en
varias escenas, como la de la habitación azul, que es el momento en el que
recoge su único recuerdo material: las piedras azules de bisutería. Este objeto
es lo único que se lleva, después de decidir abandonar el pasado, los cristales
la iluminan en azul y siempre se acompaña de música, un silencio que también
puede ser entendido como forma de inspiración y negación de la realidad.
La
soledad de Julie “no es más que
una pérdida de identidad de modo que ‘estar solo’ no significa un retorno de
sí, o un repliegue en sí mismo, sino una expulsión, lejos de uno mismo, o al
menos lejos de la identidad real y perdida.”[2]
Julie elige libremente su soledad, la escoge por convicción, por el vacío que
le representa la realidad. Quiere dejar el pasado, huye de todo lo que
le recuerda, trata de comenzar una nueva vida.
“Nada
es importante”, dice Julie en algún momento. Se ha convertido en una persona
solitaria, silenciosa y sin motivación. Pero más adelante esta característica
desaparecerá, por lo que el silencio de Julie sufrirá transformaciones
El silencio como epifanía y forma de vivir el duelo
El
silencio de Julie es un espacio, un momento en el que ocurre una especie de
epifanía, en el sentido de revelación, el silencio ayuda a que el personaje
sienta y experimente su propia música interna. Su silencio es interrumpido por
la música y un tono azul en el ambiente, ¿pero es una música que sólo ocurre en
la mente de la protagonista? Es un momento de iluminación.
Incluso
el llanto de Julie es un llanto silencioso y podemos observar que le es difícil
derramar lágrimas, tan sólo en una ocasión estalla en llanto, pero siempre en
silencio. ¿Por qué no llora Julie? La muerte de sus seres queridos la ha
transformado, o al menos eso es lo que ella quiere. En varias ocasiones podemos
ver su mirada fija a punto de llorar pero sólo alcanza a salir una lágrima. El
silencio en estas situaciones sólo puede indicarnos su elección por vivir un
duelo y un sufrimiento silencioso.
Durante
la película podemos encontrar varios momentos en los que ocurre una especie de
epifanía dada por el silencio, por ejemplo cuando observa las partituras en
papel y en su cabeza escucha la melodía que va leyendo, sabe cómo terminar la
obra. En otra escena Julie oye y hace callar a la melodía que oye, porque le
recuerda a su marido, a su hija y toda su vida con ellos. En este caso lo que
ella busca es el silencio al tratar de desaparecer la melodía de su cabeza,
como cuando cierra el piano de golpe, momento en el que el sonido deja de
escucharse.
Si
ella componía, corregía o ayudaba a su marido, ahora después de su muerte,
pretende deshacerse también de esas partituras ya que se lo traen a la memoria.
Una buena forma de llevar su vida por otro destino es retomar su apellido de
soltera, vender la casa, mudarse, deshacerse de todas sus pertenencias y sobre
todo de la música.
La
música representa el pasado y por ello trata de silenciarla, porque sabe que a
través de la soledad y el silencio la música no aparecerá y no habrá detalles
que sigan dándole dolor.
Ella
quiere silencio y cuando cierra los ojos no puede evitar escuchar, acto que
implica volver a traer a su presente el pasado, de cierta manera quisiera desaparecer
la música y por eso abre los ojos al escuchar nuevamente la melodía en la
escena de las escaleras.
En
una escena posterior cierra los ojos en el parque y escucha otra melodía de
flauta, pero en este caso disfruta de ella, es decir, quisiera desaparecer sólo
la música que le recuerda a su marido.
Otra
escena de rechazo a la música es la de la charla con el joven que le entrega la
cadena, él pregunta si quiere responder algo, suena la música que le recuerda
su esposo y dice que no. En este momento una pantalla negra y la melodía son el
recurso idóneo para transmitir la sensación de rechazo y de optar mejor por el
silencio.
Una
escena recurrente es cuando Julie busca el silencio hasta en la piscina, y ahí
también hace acto de presencia la música. Esas notas son como un martirio que
le hace recordar y nuevamente el azul como elemento simbólico. Una acción como
la de nadar es ideal para plasmar la búsqueda de su propio silencio y soledad,
que también se ven interrumpidos. “Hacer nada”, ni amores, ni recuerdos, ni
amigos, son trampas para Julie a causa del dolor que pueden acarrear, por eso,
en su nueva vida opta por no tenerlas en cuenta.
Otra
forma de silencio que podemos encontrar en la película es que se da a través
del secreto, que es otra de las formas del silencio, un ocultamiento de la verdad
ante los ojos de alguien. También hay silencio en el amigo, porque calla ante
la evidencia de las fotos y no le dice a Julie, prefiere que se entere por sí
misma sobre la infidelidad de su marido. Y es en el momento de descubrir la
verdad cuando toda la historia da un giro importante en la resolución del
conflicto interno de Julie. La transformación de su silencio se da cuando
decide volver a escuchar la música.
La transformación del silencio
Casi al
final de la película la historia se convierte en optimismo, la vida de la
protagonista da un giro drástico, ahora el silencio no es una forma de escape
pues se libera de una carga. Las imágenes silenciosas se mantienen hasta el
final, pero ahora acompañadas de una música acabada, es decir, silencio y
música, o pasado y presente, ya no están peleados en la cabeza de la
protagonista, han sufrido una conciliación, así como por parte de ella una
conciliación con el mundo y con la vida misma.
La
visita final que Julie hace a su madre es otra especie de revelación, pues la
figura materna no tiene recuerdos y como Julie busca respuestas en ella y no
las obtiene decide no ser como su madre, un ser sin memoria. La visita que le
hace es como para rechazar ser como ella y entonces decide no borrar los recuerdos
y en cambio sí escuchar y ayudar a su amigo a componer y terminar la música.
Finalmente,
los personajes aparecen solos, silenciosos, mientras la obra terminada suena
como fondo. Sus vidas no se resuelven, pero en el ciclo de la historia todo
continúa como una metáfora de la vida. La película inicia con la muerte, pero
en el final la imagen de un ultrasonido nos sugiere que la vida no termina.
Julie y una lágrima que brota nuevamente, pero ahora con una ligera sonrisa nos
insinúa el comienzo de una nueva etapa, el camino a su propia libertad.
Sandra de Santiago Félix
9/02/14
Bibliografía:
Chirinos,
Eduardo. La
morada del silencio. México: FCE. 1998.
Rosset,
Clément, Lejos de mí. Estudio sobre la
identidad, Barcelona: Marbot. 2007.
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