Considero que una de las premisas más
importantes de la película Dead man walking, de Tim Robbins, es que incluso un
homicida sigue siendo humano y por tal
motivo merece vivir, incluso ni la justicia humana tendría derecho a
quitar la vida de nadie. Aunque en la película se mezcla mucho la religión y la
moral como elementos para poner en jaque la postura de los personajes y del
espectador, creo que la fotografía ayuda y trabaja para enfatizar dicha
premisa.
Por una parte tenemos al
asesino Poncelet, a pocos días de ser ejecutado por pena de muerte y por otra a
la moja Helen, que tal pareciera sus universos son totalmente diferentes y
separados. Sin embargo, de manera progresiva vamos viendo que no son tan
diferentes como parece y en parte es gracias a la colocación de la cámara y la
iluminación que vamos viendo cómo ambos personajes viven encerrados en su
propia esfera.
De manera simbólica siempre casi siempre hay una barrera física
entre ellos, en sus encuentros en la cárcel, la barrera son los barrotes o
vidrios, que la cámara siempre hace visibles. Los barrotes o mallas siempre
están anteponiéndose a los rostros de los personajes, incluso a veces no se
distingue quién es quien está encerrado, lo cual hace suponer que la intención
es sentir que ambos están encerrados en sus propios mundos, uno en el de la
mentira y la no redención, y la otra en un mundo religioso en el que no ve más
allá de a bondad.
Pero
también hay planos en los que la cámara capta el reflejo de algún personaje
apareciendo ambos a cuadro, estas tomas son casi al final cuando entre ambos
personajes ya no hay barreras y se encuentran en la misma posición, ambos son
personajes ensimismados, alejados de su comunidad y con la necesidad de ser
perdonados. Sin embargo, cuando hay tomas de vidrios como barreras espejos a
Helen se le ilumina más y a Poncelet se le deja en una zona más oscura, es
decir, que a pesar de haber llegado a un punto donde están al mismo nivel,
sobre Poncelet recae un peso negativo, simboliza el mal, la oscuridad, en
cambio Helen simboliza la redención, la luz, la divinidad.
Estas dualidades, en
lo personal, me parecen sobrevaloradas, ya que enfatizan a la religión
cristiana, sobre todo su concepto de perdón y de vida eterna como la panacea,
incluso por encima de la justicia humana. Al final, la cruz que se forma con la
figura de Poncelet y de los adolescentes muertos, reafirma esta idea, como si
al final de cuentas el triunfo no pertenece a este mundo.
Dejando
de lado los elementos y simbolismos
religiosos, lo que la fotografía evidencia es humanizar al personaje que por
ser homicida deja de ser humano ante la opinión pública y humanizar, en este
sentido, es poner al nivel al homicida con la religiosa, además de romper las
barreras físicas para que exista una simpatía más emocional.
Sandra de Santiago Félix
19 de marzo de 2015
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